EL 2000 trajo excelentes películas latinoamericanas. Es una verdad que se pudo apreciar a lo largo de las once jornadas de pasión por el séptimo arte que provoca el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y se comprobó en los muy repartidos premios Coral de su edición 22.
Cuando en la clausura se anunciaba que medio millón de espectadores asistieron a las múltiples funciones en 20 salas de la capital es ya una definición de gusto por el cine, y no sólo de la región, sino por lo mejor de la cinematografía mundial (ya hemos hablado extensamente de muestras, retrospectivas y panoramas).
Alfredo Guevara, presidente del Festival, explicaba en sus palabras de clausura esa otra dimensión del encuentro anual que es ese arraigo en el público, que analiza, juzga, discute y deviene participante.
No es esta desmesura afirmó resultado de demencia alguna, sino que esa pasión tiene otra fuente, la alfabetización total y el seguimiento que ha llevado y asegura al pueblo educación hasta el noveno grado, y son también los más u de 600 mil graduados universitarios y otros tantos de la enseñanza media especializada.Es también la crítica cinematográfica televisada que ideamos en función deshipnotizante, y es, ante, todo que esta sociedad ha comprendido que su riqueza espiritual irreductible e inagotable es su riqueza más preciada y verdadera, subrayó Guevara.Seguramente por esas razones no sorprendiera la presencia del presidente Fidel Castro en la noche de las premiaciones igual que estuviera en la inauguración junto al ministro de Cultura, Abel Prieto, el presidente del Instituto Cubano de la Industria y el Arte Cinematográficos (ICAIC), Omar González, y los cineastas que ofrecen el regalo maravilloso de su arte.
CORAL PARA EL TALENTO
La noche de la premiación fue de confirmación. Muchos de los filmes perseguidos y comentados en estas mismas páginas resultaron triunfadores. Extraño suceso en que jurados, críticos y público se hayan desplazado a lo largo de la misma cuerda.
El Gran Coral fue para Yo, tú, ellos, del brasileño Andrucha Waddington, "por la maestría y belleza excepcionales con las que, a todos los niveles cinematográficos, se muestra a cuatro personajes trascendiendo la convivencia humana convencional y las formas habituales del poder en un continente que lo necesita".
La película de Waddington no sólocuenta una historia, real, poco vista, sino que discursa acerca de la soledad, la vejez, la paternidad, el adulterio y el amor, teniendo como fondo los espectaculares escenarios del sertao brasileño. "Me impresionó esta mujer que confesó tener tres maridos en un país machista como Brasil".
Regina Case recibió mención especial en la categoría de actuación femenina "por la dignidad y sencillez con que elabora su personaje tan original". La película alcanzó, además, Coral por la música de Egberto Gismonti "que acompaña y envuelve el viaje ordinario y maravilloso de los personajes".
La cinematografía mexicana regresa por sus fueros. El jurado otorgó su Premio Especial a uno de los directores más interesantes de la región, Arturo Ripstein. El Premio fue para Así es la vida, "donde sigue indagando y proponiendo nuevas formas de transgresión cinematográficas".
No hay que entrar en el detalle si se trata de la versión Ripstein-Paz Alicia Garciadiego (su guionista habitual) de la trágica Medea de Eurípides o Séneca, lo medular es su traspolación al Méxicoactual, donde a fines de siglo aún la furia de una mujer abandonada es más fuerte que el amor de madre.
La cinta es puro Ripstein, con humor negro incluido, y una risa rápida y amarga cuando el director sustituye el coro griego por la presencia constante de la televisión.
México festejó, además, el Coral a la ópera prima, Amores perros, de Alejandro González Iñarritu, "por su visión hiperrrealista de un mundo urbano casi sin salida", cinta que recibió también el Premio de la Asociación de la Crítica Cubana y el Glauber Rocha de la prensa extranjera.
El realizador ha filmado su primer largo a los 37 años, luego de una larga estancia en la publicidad, y ya ha sido comparado esa manía a Quentin Tarantino y su Pulp Fiction. El mexicano comentó que si bien la estructura de Amores perros es similar a Pulp Fiction, ésta no fue inventada por Tarantino, y cita entonces Roshamon y la cinta mexicana El Callejón de los milagros.
El filme trata de la dolorosa y violenta realidad de la capital mexicana, mi ciudad explica, y trato de explorar las razones de esa violencia a partir del dolor humano.
Amores perros ha sido éxito en México y en numerosos países, y ha recibido premios en otros festivales, lo que le ha valido a su director ofertas de diversas partes del mundo. Ahora trabaja en un proyecto que se llama 21 gramos.
La cinta mexicana La Ley de Herodes, de Luis Estrada, recibió Coral de edición "por un montaje al servicio de una sátira contada con un ritmo dinámico y divertido".
El otro grande del cine latinoamericano, Argentina, logró el Segundo Coral con Nueces para el amor, de Alberto Lecchi, "por explorar de una manera original la conexión entre la vida íntima y la memoria en un país convulsionado" y el de actuación femenina para la protagonista de esta misma cinta, la española Ariadna Gil, "por la sobriedad y madurez de su interpretación".
Sobre Nueces para el amor, cinta seleccionada para abrir el Festival, ya hemos comentado en ediciones anteriores, y de la espléndida actuación de la Gil, también. La española guarda un altar especial para Belle Epoque, de su compatriota Fernando Trueba, cinta exitosa hasta el Oscar al mejor filme extranjero, y ahora volverá a rodar bajo sus órdenes en El embrujo de Shangai.
Para Argentina fue, además, el Tercer Coral, Esperando al Mesías, de Daniel Burman, "por la capacidad de entrelazar distintas historias en torno a la búsqueda de una identidad múltiple".
Plata quemada, del reconocido director argentino Marcelo Piñeyro, tuvo Coral a la mejor fotografía y a la banda sonora "sugerente, eficaz y creativa". El director (Tango feroz, Cenizas del Paraíso) narra un hecho real ocurrido en Buenos Aires en 1965 que había sido novelado por Ricardo Piglia: el atraco a un camión que trasladaba el dinero de los salarios de una municipalidad, resultados y consecuencias, es un thriller con fuerte carga erótica entre dos hombres, un tema abordado por otras cintas exhibidas en el Festival.
Es el caso de La Virgen de los Sicarios, de Barbet Schroeder también ya comentada, y que el jurado premió con Coral al mejor filme de un realizador no latinoamericano sobre un tema de la región, y lo hizo "por su mirada clínica y subversiva que termina perturbando y conmoviéndonos".
Francisco Lombardi, uno de los grandes del cine latinoamericano (esta edición del Festival le dedicó un homenaje), compitió con Tinta roja, y el jurado "por la forma descarnada y delicada con que trata la explotación de una violencia contemporánea que atrapa a los seres humanos, seduciendo y destruyéndolos", le concedió el Coral nada menos que a la mejor dirección.
Tinta roja, es, sin duda, una profunda reflexión sobre el llamado cuarto poder, pero dirigido hacia la prensa sensacionalista, y de ella ofrece una visión real, creíble y consecuente. No así las secuencias que conducirán al desenlace de la trama, al ofrecer insuficiente información al espectador.
La caracterización de Gianfranco Brero, como el periodista cínico y desencantado de la vida, le valió Coral de actuación masculina exaequo con Julio Jung, en la cinta chilena Coronación, "por la forma inolvidable en que encarnan sus respectivos personajes, tan especialmente atormentados".
Ciertamente por los comentarios de la crítica, y por el alto vuelo de su puesta en pantalla, su estructura, tema y actuaciones, se esperaba que Coronación, del chileno Silvio Caiozzi, se alzara con mayores lauros, pero el jurado le concedió el de mejor dirección artística, a Guadalupe Bornard, "por la forma en que el decorado materializa y expresa el oprimido mundo interior de los personajes".
Caiozzi, quien partió de la novela homónima de José Donoso, dijo en La Habana que no comparte el criterio de que literatura y cine sea un matrimonio mal llevado, y para demostrarlo cita a Ripstein y Lombardi (y agregamos a Caiozzi), y explicó que se trata de dos lenguajes diferentes, por lo cual para tener éxito en las pantallas evidentemente se necesitan modificaciones, no se puede ceñir demasiado a una forma muy literaria.
Anunció el realizador chileno que comenzará a rodar una comedia, con tintes dramáticos, titulada El pianista del silencio, una historia que tiene que ver con una pequeña sala de cine en Santiago, donde el pianista que acompaña a las películas mudas descubre que puede hacer reaccionar al público en dependencia de su música.
La cinematografía cubana presentó en esta edición dos largometrajes. A Lista de espera, de Juan Carlos Tabío, el jurado le otorgó el Coral al mejor guión (Tabío-Arturo Arango-Senel Paz), "por ofrecernos un abigarrado coro de personajes tan humanos como contradictorios, con habilidad, humor y ternura".
Lista de espera fue estrenada hace unos meses en la Isla y el exterior, y esta comedia, con su mirada crítica a aspectos de la realidad cubana, obtuvo éxito de público, y no sólo en la Isla, como dijo a este semanario la actriz Tahimí Alvariño, quien regresaba de asistir al estreno de la película en Italia (Roma, Milán, Florencia).
"Recibimos críticas positivas. Llamaba mucho la atención el tema de la solidaridad, de la humanidad, que está tan perdida. Se divertían como los cubanos, creo que Tabío logra un humor universal, muy cubano, pero que trasciende".
El otro largometraje, estrenado en pleno Festival, es también una comedia, Hacerse el sueco, de Daniel Díaz Torres, quien recibiera el Coral de la Popularidad, lo que confirma lo dicho a GI por la actriz Coralia Veloz (Premio Caricato de la UNEAC por su actuación en este filme) de que al público cubano le gusta ver su realidad y a sus actores en la pantalla grande.
El que la gente se ría no es lo que me satisface de una película comentó Díaz Torres, me interesa que detrás de la risa o la sonrisa quede un espacio de reflexión, que se sepa de qué se están riendo. "Vuelvo a la comedia porque el humor provoca una distancia sobre los acontecimientos que uno muestra. La película cuestiona los excesos de ingenuidad, pero también habla de la comunicación humana".
Hacerse el sueco busca algo más, y así lo confiesa su director: "Cuestionar de alguna forma toda una serie de estereotipos. Este personaje es un delincuente, cuyo biotipo no responde al que en el mundo lamentablemente se ha dado. Ahí está el problema y los remanentes raciales. En Europa, por ejemplo, hay una desconfianza hacia latinoamericanos, negros y árabes. Así en el filme ironizo y trato de invertir esos estereotipos. El personaje que viene a Cuba con apariencia de turista, rubio, alto, resulta un delincuente peor que los buscavidas del barrio habanero".
El cambio final del "sueco" ha sido cuestionado. "Estoy contando un cuento. Si este hombre cambia su personalidad y de alguna manera decide integrarse a un contexto es porque encontró no precisamente un rechazo por ser extranjero, sino que lo ganó un sentimiento de humanidad que encontró en las otras personas".
El jurado de documental otorgó el Tercer Coral a La chivichana, del cubano Waldo Ramírez, "por mostrar con brío, humor y agudeza visual, el ingenio y la creatividad de una comunidad rural cubana".
Este documental de tan sólo 14 minutos, rodado por la Televisión Serrana, muestra un nuevo e insólito modelo de auto la chivichana creado en plena Sierra Maestra, en la región oriental de la Isla. "Todos los días hay historias de este tipo en aquellos parajes, pero se pierden en la cotidianidad", señaló Ramírez poco después de la premiación.
Esta ceremonia de clausura, algo así como la coronación de lo mejor que han hecho los cineastas de la región en el 2000 que concluye, significó asimismo el inicio del 23 Festival convocado igualmente para diciembre del próximo año, cuyo diseño adelantó Alfredo Guevara estará dirigido a las nuevas tecnologías y la ética.